El té rojo es conocido dentro de la medicina tradicional China como “La bebida de la salud”. Su proceso de elaboración original es un aspecto por demás interesante, ya que tras su cosecha, se somete a una etapa de fermentación por un mínimo de 5 años, pudiendo llegar a los 70 años. Durante este periodo, los microorganismos desempeñan un papel muy importante en la producción del sabor, el color (oscuro-rojizo), la fragancia (aroma terroso y fuerte), y sus componentes funcionales, los cuales impactan favorablemente a la salud.
La composición química del té rojo incluye una variedad de compuestos fenólicos, múltiples antioxidantes, aminoácidos, esteroles, cafeína, entre otras sustancias, que podrían explicar sus posibles beneficios.
Así mismo, el té rojo se considera un diurético natural, aunque este efecto no es tan significativo, puede ayudar a disminuir las molestias por la retención de líquidos.
Es importante señalar que el té rojo contiene sustancias como la cafeína y teína que pueden inhibir la absorción de algunos nutrimentos como el hierro, sobre todo cuando se consumen de manera simultánea.
Por lo tanto, el consumo de este té debe ser evitado en mujeres embarazadas o en lactancia materna, personas con hipertensión arterial, anemia por deficiencia de hierro y en aquellos que por alguna condición se vean afectados por el consumo de cafeína, por ejemplo en quienes padecen gastritis.
Hay que recordar que los beneficios del té rojo, en combinación con una alimentación correcta, la práctica de actividad física, más el consumo habitual del Lactobacillus casei Shirota, forman parte de un estilo de vida saludable.