Un claro ejemplo de la comunicación entre el intestino y pulmón se denota en la medida de que muchos trastornos gastrointestinales tienen síntomas respiratorios y viceversa:
Es a través de la circulación, en donde se transportan metabolitos y componentes o fragmentos microbianos.
Si la microbiota intestinal se encuentra saludable, esta tiene la capacidad de producir metabolitos benéficos a partir de ciertos componentes de la alimentación (fibra); algunos alcanzan la circulación sanguínea promoviendo el buen funcionamiento del sistema inmune a nivel sistémico, incluyendo las mucosas pulmonares.
Dichos metabolitos son llamados Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) y en diversos estudios se ha demostrado como los mismos mejoran o previenen condiciones pulmonares o respiratorias como el asma y la influenza.
Para garantizar la salud de la microbiota es indispensable llevar una alimentación correcta y estilo de vida saludable, además de consumir probióticos que promueven el crecimiento de bacterias benéficas en el intestino y algunos de ellos cuentan con la capacidad de prevenir la incidencia o duración de enfermedades respiratorias como el caso del Lactobacillus casei Shirota que ayuda a: