Esta conexión permite entender la unicidad de cada individuo en términos de salud y alimentación, ofreciendo posibilidades para dietas personalizadas y tratamientos más efectivos.
El genoma es el conjunto de genes que guarda toda la información de un individuo. Es una huella irrepetible que define nuestro aspecto físico como el color de ojos, piel, cabello; pero también es responsable de cómo nuestra alimentación afecta la respuesta a padecer enfermedades.
Las enfermedades más recurrentes en la actualidad como la obesidad, diabetes, hipertensión, osteoporosis, cáncer y arterioesclerosis entre otras; son resultado de una serie de factores múltiples, entre ellos los genéticos y ambientales como la dieta y los hábitos alimentarios, que afectan el estado de nutrición y por ende, el desarrollo de estas enfermedades.
Derivado de estos estudios, ahora se sabe que la dieta en general y algunos nutrimentos específicos pueden afectar al funcionamiento de nuestros genes. Estas nuevas ciencias nos han ayudado también a explicar las diferentes respuestas de las personas cuando siguen la misma dieta. Te damos un ejemplo: ¿Te ha sucedido que comes lo mismo que otra persona y mientras tú subes de peso, ella no?
Está claro que podemos encontrar diferencias incluso entre personas que comen lo mismo, ya que algunas incrementan de peso, padecen enfermedades, intolerancias o alergias; mientras que a otras no les afecta en nada. ¿Has escuchado el dicho de “somos lo que comemos”? Ahora debería reemplazarse por “podemos comer según lo que somos”.
Muchas enfermedades tienen un componente genético, y se han descubierto más de 30 genes que están ligados a enfermedades como el cáncer de mama, sordera, ceguera, por mencionar algunas. La genética está permitiendo identificar estos genes que determinan la propensión de una persona a contraer cierta enfermedad.
Por ejemplo, el cáncer de mama tiene un componente genético en un 5 al 10% de los casos, lo que significa que las mujeres que han heredado un gen defectuoso tienen una probabilidad mayor de desarrollar cáncer que el resto de las mujeres que no tienen este gen.
También, entre los avances actuales de estas ciencias, se encuentra el desarrollo de alimentos funcionales y dietas personalizadas así como métodos más eficaces para la prevención y/o el tratamiento de enfermedades relacionadas con el estilo de vida.
Los alimentos funcionales destacan por tener componentes biológicamente activos que ofrecen efectos específicos a la salud con el objetivo de mejorarla o disminuir el riesgo de enfermedades.
En el listado de alimentos funcionales, están los productos fermentados con probióticos, que son microorganismos que producen un efecto benéfico sobre la salud en general. Los estudios genéticos nos han ayudado a comprender por qué algunas bacterias probióticas como el Lactobacillus casei Shirota tiene propiedades benéficas como la de mejorar la función inmunitaria y la salud gastrointestinal; así como el modo en que actúan en el sistema digestivo.
Recuerda incluir el consumo habitual de estas bacterias probióticas como parte de un estilo de vida saludable.