La Asociación Europea para el Estudio del Hígado en su guía de práctica clínica menciona en el apartado de prevención primaria la importancia de llevar un estilo de vida saludable que incluya:
Alimentación saludable: rica en fibra proveniente de cereales integrales, frutas y verduras; el consumo de calcio y vitamina D a través de lácteos bajos en grasa; el incremento de la ingesta de vitamina C contenida en cítricos, así como omega-3 mediante pescado, aceite de oliva. También se ha visto que consumir al menos 143 gramos de nueces por semana es un factor protector.
Actividad física regular: se demostró que realizar ejercicio durante 1 hora cuando se es sedentario, o al menos 30 minutos si se es poco activo, reduce hasta en un 70% el riesgo de desarrollar cálculos biliares.
Mantenimiento de un peso corporal adecuado: la obesidad provoca una sobresaturación de la bilis con colesterol, promoviendo la formación de cálculos, por tal motivo se recomienda reducir el peso corporal de manera paulatina evitando pérdidas drásticas o rápidas (como máximo 1.5 kg por semana).
En general hay que cuidar diariamente nuestro estilo de vida y salud digestiva, una manera de hacerlo es también consumiendo diariamente probióticos como el Lactobacillus casei Shirota.