Durante la gestación, es común que las mujeres experimenten acidez y reflujo, una situación que se vuelve especialmente marcada hacia los últimos meses y es más común en aquellas personas que ya presentaban esta problemática antes del embarazo.
Durante la gestación, es común que las mujeres experimenten acidez y reflujo, una situación que se vuelve especialmente marcada hacia los últimos meses y es más común en aquellas personas que ya presentaban esta problemática antes del embarazo.
El incremento en la producción de hormonas como la progesterona promueve la relajación del esfínter esofágico, facilitando la salida del ácido y provocando el reflujo. A esto se suma una mayor presión abdominal debido al crecimiento del feto, así como un vaciado gástrico retardado y un movimiento intestinal más lento.
Antes de usar cualquier medicamento, se debe consultar con el especialista debido a los posibles efectos de los fármacos sobre la formación del feto, principalmente durante las primeras 10 semanas, que comprenden el periodo de formación de los órganos del bebé.
Una terapia adicional a los medicamentos es el uso de probióticos, en especial bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium que han probado tener beneficios en síntomas relacionados al reflujo gastroesofágico como la acidez estomacal y regurgitación mediante un vaciado gástrico más rápido.